Conocida actualmente como la capital culinaria del mundo, Francia es famosa por sus sublimes quesos, su delicioso pan, sus sabrosos pasteles y, por supuesto, su estupendo vino. Todos estos alimentos se perfeccionaron en la Edad Media, cuando la gente pudiente descubrió lugares lejanos con especias fascinantes, y los campesinos se las tenían que apañar con lo que cultivaban. Se crearon recetas fantásticas y platos básicos riquísimos que siguen haciendo las delicias de autóctonos y turistas.

Descubramos qué se comía en la Francia medieval y de qué suculentos manjares disfrutaban.

Los banquetes de la burguesía

Los festines de la aristocracia de la Francia medieval eran dignos de ver. Las mesas rebosaban de carnes y panes sazonados con las especias más espléndidas que el dinero podía comprar (y que solo los mejor posicionados podían permitirse). Estas hierbas exóticas incluían la canela, la nuez moscada y el comino, entre muchas otras, y se servían con excelentes carnes, como el cisne o el pavo real. El mito de que las especias se usaban para disimular el olor de la carne podrida no es aplicable a la élite francesa del medievo, que desde luego no se alimentaba de nada en mal estado.


¿Pero quién cocinaba estas exquisiteces? El personal iba desde el «maître queux» (cocinero jefe) hasta el «souffleur» que manejaba el horno. Los chefs y el resto de la plantilla se intercambiaban las recetas palabra a palabra oralmente, después por escrito y, finalmente, en libros de recetas impresos. El primer ejemplo fueron los tratados culinarios del S. XIII.

La scène du banquet de l’Ordre de l’Étoile (entre 1375-1380)

¿Y qué pasa con la nobleza del Pays-de-la-Gloire en Conqueror’s Blade: Paragons? Seguro que les encantaría comer pichón o jabalí y acabar con un postre de peras al vino. Los platos comunes incluirían empanadas de masa quebrada (que se inventaron en la Edad Media), el queso añejo, el hipocrás (vino especiado) y las peladillas (terrones especiados de azucar o miel), como sus equivalentes en la vida real.

El sustento de los siervos

Los campesinos de la Francia medieval desde luego no se sentaban frente a cenas tan suntuosas. La tipíca comida de un campesino pobre de la época consistía en repollo, cebollas, arenques y pan de trigo. Los pescados del día a día eran los arenques y la jibia, a diferencia del bacalao, el salmón y el lucio de la burguesía. Los menos afortunados tenían que salar las carnes para conservarlas, igual que el resto de la Europa medieval.

Pero no se perdían algunos lujos de la vida. Hasta las personas más pobres bebían el vino que ellos mismos cultivaban. No tenían especias exóticas con las que condimentar sus modestas comidas, eso sí, solo la mostaza, que se cultivaba en muchas partes.

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