Solemos imaginar a los gladiadores romanos luchando por sobrevivir en el Coliseo, pero no pensamos en cómo vivían más allá de los muros del epicentro de sus legendarios y brutales combates. De una corta vida a conseguir la fama y la fortuna, la vida de un gladiador estaba llena de altibajos.

Veamos cómo vivían los luchadores que inspiraron las nuevas unidades de Conqueror’s Blade: Colosseum y en qué ocupaban sus días.

Una vida corta (pero intensa)

La vida de los gladiadores era cruel pero breve. El luchador típico de la Antigua Roma no solía llegar a los 30, sucumbía a los horrores de los juegos gladiatorios a los veintipico. Se estima que murieron unos 400 000 gladiadores en los tiempos de las batallas del Coliseo, entre el 80 d. C. y el 400 d. C.

Los historiadores calculan que moría un gladiador en uno de cada diez combates, pero sus familias no se quedaban con las manos vacías. Algunos gladiadores, de hecho, se organizaban en sindicatos y pensaban en sus problemas como una especie de hermandad. Cuando un gladiador moría en el combate, los miembros del sindicato, que contaba con un líder electo, se aseguraban de que tuviese un funeral digno y una lápida inscrita con sus logros, además de que su familia fuese compensada como es debido.

Pero no todo era muerte y destrucción, los gladiadores también recibían masajes, acceso a las termas y estatus de celebridad. Básicamente, eran los sex symbols de la era y tenían numerosas fans que llevaban joyas bañadas en su sangre o cosméticos mezclados con su sudor.


Gladiateur mourant de Jacques Bergé (1735 d. C.)

La dieta de los gladiadores

Además de los premios y atenciones que les prodigaban por ser gladiadores, también recibían tres comidas al día, aunque no se les permitía hablar durante ellas. Si pensamos en las dietas actuales para deportistas de élite, nos viene a la mente un equilibrio de pescado, carne, lácteos y vegetales, pero los análisis de los huesos extraídos de la tumba de un gladiador en Éfeso (ahora en Turquía) revelaron que la suya era bastante diferente. Comían sobre todo carbohidratos, como judías, cebada y trigo, y no había casi rastro de carne o lácteos.

A pesar de esta ligera dieta del día a día, se celebraban grandes banquetes para ellos las noches antes de los combates, por si se trataba de su última comida.

Demasiado cerca para estar cómodos

Su alojamiento también dejaba bastante que desear. Dormían en celdas de tres metros cuadrados, generalmente de dos en dos. Las celdas estaban situadas en su propia ala, separadas de las alas donde se alojaban los entrenadores y los honorables gladiadores retirados especializados en enseñar sus estilos de lucha a los recién llegados. El mobiliario de los veteranos era cómodo, tenían camas de verdad, pero los gladiadores corrientes, muy probablemente dormían en el suelo.

Los gladiadores pasaban la mayor parte de tiempo en estas celdas cuando no estaban entrenando, luchando o comiendo.

Gladiadores de Jean-Léon Gérôme (1878 d. C.)

Escuela de Roma

En los tiempos del Imperio romano, se construyeron más de cien escuelas de gladiadores, donde los rigurosos entrenamientos separaban la paja del trigo. El entrenamiento de los gladiadores era intenso y se ponían bastante en forma con el tiempo dependiendo de su clase. Había varias escuelas importantes célebres por producir los mejores gladiadores. La primera y mayor de todas era el anfiteatro de Capua, fundado por Gaius Aurelius Scaurus en el 105 a. C.

Echa un vistazo al anterior artículo de Conqueror’s Tales sobre el Imperio romano, los gladiadores y los juegos gladiatorios, ¡y no te pierdas los próximos!