¿Qué hacen los vikingos después de una larga y dura batalla? Irse a casa a beber hidromiel de un cuerno, por supuesto. La era vikinga (793–1066 d.C.) fue una época de festines y combates en la que surgió la tradición de levantar un cuerno de hidromiel para agradecer a los dioses nórdicos las victorias y las buenas cosechas.

Ah, la hidromiel

A los vikingos les encantaba beber después de una batalla y no se cortaban con la cantidad. La hidromiel era su favorita, una bebida fuerte hecha con agua, miel y varias especias. El alcohol, en general, jugó un papel importante en su cultura y sus reuniones, fiestas y festivales.

Aparte del componente festivo, la hidromiel era esencial en su vida y la bebían todo el tiempo. No siempre había agua limpia disponible y era más seguro beber alcohol purificado, que además duraba más y era perfecto para llevarlo a las largas travesías por mar. La cerveza y la hidromiel les aportaban calorías muy necesarias, ya que a veces escaseaba la comida y necesitaban energía para atacar, saquear y cultivar.

Una copia de un cuerno para beber montado en plata hallado en una tumba en Björkö, Adelsö, Uppland, Suecia (Museo de Historia de Suecia, Estocolmo)

Bebe como un dios

Los vikingos no eran los únicos bebedores empedernidos, sus dioses también lo eran. Los dioses nórdicos eran famosos por su afición a empinar el codo, y Thor, el que más. En una leyenda, Thor va a ver al gigante Hymir para procurarse un caldero lo bastante grande como para elaborar cerveza y montar una gran fiesta de dioses. Y de tal palo tal astilla, al parecer Odín (el dios de la bebida) no comía nada, solo bebía.

Los mortales también tenían que agradecerle a él el acceso a este brebaje espiritual. La historia dice que los dioses nórdicos crearon a un ser extremadamente sabio llamado Kvasir, cuya sabiduría y enseñanzas extendía por todas partes. Estos viajes se acabaron cuando los enanos Fjallar y Gallar lo mataron para mezclar su sangre con miel y crear la Hidromiel de la Poesía. Se decía que cualquiera que la bebiese se convertía en «poeta o científico». La Hidromiel de la Poesía acabó cayendo en manos de Baugi y Suttung (dos jotun hermanos) hasta que fue robada por Odín, que solo se la daba a la gente digna de beberla.

Gracias a las numerosas historias de dioses disfrutando de una o dos (o doce) copas, los vikingos creían que estar borracho era un estado espiritual que los conectaba con sus ancestros e incluso con los propios dioses.

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