Introducida en Francia en 1792 (pero presente en su versión más rudimentaria desde la Edad Media), la guillotina francesa que conocemos fue un invento del doctor Joseph-Ignace Guillotin, que propuso este tipo de decapitación como método de ejecución «más humano» que el hacha que se venía utilizando con desiguales resultados.

Este aparato está compuesto por un marco de madera con una cuchilla diagonal con peso suspendida en lo alto por una cuerda. La cabeza de la víctima se coloca en un agujero redondo que tiene la base conocido como «lunette» y el ejecutor solo tiene que cortar la cuchilla para rematar el trabajo.

Como cualquier ejecución pública de la época, las que se llevaban a cabo con la guillotina eran eventos con espectadores; una macabra forma de entretenimiento en el nefasto periodo conocido como «El Terror». Este periodo tuvo lugar durante la Revolución Francesa, en la que se realizaron ejecuciones masivas entre 1793 y 1794. Fueron miles los que pasaron por la cuchilla ese lúgubre año, incluidas figuras famosas como el rey Luis XVI y María Antonieta.

El escenario de estos macabros espectáculos era la plaza de la Revolución de París, donde se vendían souvenirs y se consumían alimentos.

María Antonieta fue ejecutada el 16 de octubre de 1793 en la plaza de la Revolución

Por increíble que parezca, la guillotina siguió utilizándose en Francia durante los siglos XIX y XX. La última cabeza cortada con este instrumento rodaría en 1977. La guillotina no se prohibió en Francia hasta 1981, cuando se abolió la pena de muerte.

Aunque este método parece algo más compasivo que el que llevó a Juana de Arco a arder en la hoguera cientos de años antes, afortunadamente está prohibido en todo el mundo y a día de hoy nadie tiene que acabar su vida en el filo de la Viuda.