Con ardientes torres solitarias bajo un cielo gris y almenas fornidas en un permanente estado de reconstrucción, Ciudad Portuaria se siente como el tipo de lugar donde la guerra no solo va de visita, sino que suele abusar de la hospitalidad. Sus calles con barricadas y casas desiertas delatan lo que alguna vez fue un próspero mercado regional, que hoy apenas parece capaz de recuperar la compostura antes de que la atraviese otro par de facciones combatientes.

De todas formas, es una ciudad por la que vale la pena luchar y, como con todos los mapas de asedio, las paredes son la clave para la victoria: 

Puede que los atacantes parezcan tener ventaja táctica, con espacio de sobra para maniobrar y lugares donde ocultar sus intenciones antes de intentar abrir brechas. Por otra parte, los defensores tienen un amplio frente abierto que defender. Todo lo que necesitarían los atacantes para entrar a la ciudad es que un astuto señor de la guerra trepara la pared y se escurriera abajo para abrir una de las dos entradas laterales secretas.

Pero los atacantes tienen que tomar el punto A antes de poder moverse a tomar el B, y es fácil para los defensores concentrarse en ambas zonas de captura —de hecho, todas las áreas en el interior de las paredes— una vez que se pierde la defensa exterior, sobre todo, si pueden conservar la habilidad de reforzarse y rearmarse desde ambos flancos simultáneamente. A pesar de que no hay áreas obvias donde se pueda recluir al enemigo en un desesperante estado de inacción, la posibilidad de aventajar al rival puede ser igual de efectiva.

Todos los mapas de asedio ofrecen una partida dividida en dos mitades —quebrantar las paredes y avanzar para tomar el centro urbano—, pero, en el caso de Ciudad Portuaria, con sus amplias colmenas y cortos caminos cerrados, esas dos partes tienen el potencial de cobrar más importancia que en algunas de las ciudades más establecidas de Conqueror’s Blade. ¡Que comience la batalla!